jueves, 7 de abril de 2016

Pensamientos día 7 de abril 2016

Hacía días que tenía muchas ganas de escribir sobre la ruta que hice con mi hijo en bicicleta por el Camino de Santiago.

Fue algo fantástico, algo que nunca olvidaré. Sé con seguridad que si no hubiera pasado por
Can Serra, esta aventura no se hubiera realizado. Quiero contar tantas cosas que no sé ni como empezar. También quiero que no todo sea triste, si fuera así estaría mintiendo. Tengo muchos momentos malos (y como diría un amigo mío, momentos chunguísimos jajaja), pero también los tengo de felicidad intensa, tanta que a veces no cabe dentro de mi. Durante el viaje, en broma le dije a mi hijo: "si notas que el Alzheimer algún día se apodera de mí, háblame de los Monegros y del Cierzo. Será imposible que olvide algo así".

Solo necesito cerrar los ojos para que en mi cabeza aparezcan todas las imágenes y momentos vividos junto a él esos 5 días. Nuestro primer día recorrimos Linyola-Fraga, unos 70 kilómetros. Pensaba que me moría, que no llegaría jamás, pero tú, Alfred, no parabas de animarme. Estaba cansadísima, no podía con mi alma, pero solo con mirarte me salían las fuerzas de no sé donde, y si conseguía hacer la última gran subida, era por ver tu cara toda orgullosa de mi. Si veías que yo no podía más, dejabas la bici arriba y bajabas corriendo para ayudarme. Es de admirar la paciencia que tuviste conmigo, no me abandonaste ni un momento. Y yo, contra más te miraba, más orgullosa me sentía de tenerte como hijo. Eres un ser excepcional y por eso es tan fácil quererte tanto.

El segundo día planeamos hacer Fraga-Bujaraloz (unos 50 y tantos kilómetros). Yo pensaba que no podría después de lo sufrido el día anterior, pero a las 8:30h ya me tenías en pie con mi vasito de agua preparado para tomarme el Colme. Desayunamos y a pedalear.

Madre mía, nunca pensé cómo sería subir la cuesta de Fraga por el camino. Fue horrible... ¡Lo pasé fatal! Por allí no pasan ni las cabras, está todo lleno de piedras y barro acompañados por una enorme subida que nunca tiene fin. Fue desmesurada la paciencia que tuviste conmigo Alfred, pero al igual que el primer día, en ningún momento dejaste de animarme. Veía tu ilusión por continuar, tu alegría, tu disfrute, tus ganas de compartir esos días conmigo, y eso me daba todo la fuerza para seguir adelante. Llegamos a Bujaraloz exhaustos, ya era de noche, y fuimos directos al hostal. Allí, como suele decirse, cenamos como generales. Después de la cena hacíamos un poco de broma, nos reíamos y nos contábamos cosas de nuestras vidas. Yo, cuanto más te miraba, ¡más se me caía la baba!

El tercer día fue el peor de todos, no por los kilómetros que hicimos, si no por el viento que no nos dio tregua en todo el día. Incluso en las bajadas teníamos que pedalear duro, si no, el viento te echaba para atrás. Fue el único día que los dos tuvimos cara de desesperación, de estar abatidos y desear llegar a nuestra próximo parada, Fuentes de Ebro.

Y por fin, el cuarto día llegamos a Zaragoza. Ni nos acordábamos que era jueves Santo, y nos encontramos con una Zaragoza llena de gente por todas las calles. Nosotros queríamos sellar en el Pilar, nos hacia ilusión hacerlo allí. En un principio parecía imposible ya que estaban haciendo misa y preparando las procesiones. Pero el uno por el otro nos armamos de paciencia, preguntando aquí y allá, y al final lo conseguimos. Parecíamos dos críos con nuestro sello, jejeje.



Mi querido niño, fueron 5 días los dos solos, fantásticos y para no olvidar nunca. Me llené de ti y me contagié de tus ganas y juventud. A mis 49 años, para mi fue algo único poder disfrutar de ti en esta aventura que empezamos los dos juntos, y que ojalá podamos continuar nuestro plan y en agosto hacer Zaragoza-Logroño. ¡Toda otra aventura con un gran hijo!

Muchas gracias por darme estos momentos de risas y alegrías. Cuando algo se quiere, aunque sea sufriendo, se consigue. Voy a tratar de buscar alguna imagen, dicen que a veces valen más que mil palabras.



Gracias mi niño, por enseñarme a disfrutar de forma completamente sana. 
¡Te quiero!

martes, 5 de abril de 2016

Pensamientos del día 5 de Abril de 2016

La verdad es que no sé si merece la pena contar las penurias de mi pasado, o es mejor explicar lo que estoy sintiendo ahora, que también son penas al fin y al cabo. La intención de este blog era ayudar a la gente, pero me estoy dando cuenta que no lo estoy utilizando para es eso, si no para explicar como me siento.

Después de 9 meses sin consumir, me está costando un mundo levantarme cada día y que mi primer pensamiento no sea una cerveza, si no que todo mi día se basa en luchar sin parar para no recaer.

De repente un día me siento "robotizada", sin pensar en nada, con la mente en blanco. Entro en un bar y pido una cerveza. Me la bebo y me voy. Ni la he saboreado ni nada de nada. Simplemente me la he tomado en dos sorbos y me he ido.

Me sentí como si no hubiera hecho nada, tranquila y relajada, hasta que me di cuenta que, a eso, se le llama recaída. Lo sea o no (que según mi psicóloga lo es), yo sigo con lo mío. Fue una debilidad de la que no disfruté nada y encima no volví a pedir otra. Ni ganas. Ahora tampoco las tengo.

Creo que me afectó lo que me dijo el otro día mi madre: que a quién quería engañar y que estaba engordando como antes. Me llegó a decir que estaba segura de que volvía a beber... Me hizo muchísimo daño después de todo el esfuerzo que estoy haciendo. Intenté explicarle que estoy tomando 12 pastillas diarias y las hay que me están hinchando, que por más que haga ejercicio, cuesta perder kilos. Total, que ella no entendía nada y seguía opinando que yo había vuelto a recaer, con lo que le colgué el teléfono. Volvió a llamarme pero seguía reprochándome lo mismo y le colgué de nuevo. Al final llamé a mi padre y le expliqué lo que había pasado. Al día siguiente me llamó de nuevo mi madre llorando y pidiéndome disculpas. Sentí una pena enorme, la mujer tiene ya 80 años. Ya no puedo reprocharle nada, en su día se lo perdoné todo. Pero por alguna razón se me quedaron sus palabras en la cabeza y, aunque no es para justificarme, la recaída que tuve vino por todo lo ocurrido. Creo que, si yo quisiera beber de nuevo, disfrutaría y recaería del todo, pero no fue el caso. Fue más bien como un comportamiento inconsciente para darle la razón a mi madre.

No sé por qué lo hice, pero pasó. Ahora tengo que decir que llevo dos días abstinente. Me siento destrozada por dentro. Mi pareja me ha perdonado pero yo me vuelvo a sentir sucia. Tengo que empezar de nuevo, pero esta vez lo haré bien. Cada día mi pareja se encargará de darme el colme. Eso me tranquilizará, y sé que si bebo habiendo tomado el colme, me puede dar algo serio. Así que allá voy, renovando energías, y aunque este rota, a recomponerme de nuevo.

Mi hijo es el que me ayuda a escribir este blog, y no sé que pensará cuando lea esto, pero yo ya no quiero mentir ni esconder nada. Espero que siga confiando en mi. Tengo que hacerme merecedora de su fe. Él sabe que lo conseguiré, pero le pido perdón por adelantado por esta recaída puntual. Lo siento mucho Alfred y Magda.

¡¡¡No os voy a decepcionar más!!!